Para México y para muchos países alrededor del mundo, el vocho
fue mucho más que un simple auto. Para miles de familias mexicanas fue su primer medio de transporte,
el vehículo en el cual aprendieron a manejar nuestros abuelos, nuestros padres
e incluso muchos de nosotros.El vocho fue nuestro infatigable compañero de
aventuras.
Rendidor,
económico, aguantador y con características nunca igualadas, el vocho,
maggiolino, fusca, käfer, beetle, bug o como lo queramos llamar tuvo una
concepción singular, llena de anécdotas que nos remiten hasta la época previa a
la Segunda Guerra Mundial y a uno de los personajes más lúgubres en la historia
de la humanidad: Adolfo Hitler
Ferdinand Porsche,
el padre del KDF-Wagen
Para entender la historia del vocho, debemos entender primero la
vida de su creador, el Doctor
Ferdinand Porsche, un genio que nació el 3 de septiembre de
1875 en Maffersdorf Rechts Der Neisse, en lo que ahora es la ex Checoslovaquia
y que en ese entonces formaba parte del imperio Austro-Húngaro.
Su
padre fue un hojalatero, quien le enseñó al pequeño Ferdinand los secretos del
oficio desde muy temprana edad. Desde niño, Ferdinand mostró un interés
singular por los motores y todo lo que tuviera que ver con la tecnología.
Siendo
aún muy joven, convenció a su padre de que lo enviara a estudiar a la escuela
de comercio de Reichenberg, para poner a prueba su talento. Una vez ahí,
asistió a la escuela de supervisor de fábrica, para que lo prepararan como
capataz.
Después de haber terminado su capacitación (saliendo con las
calificaciones más bajas de toda su clase), su hermano Oskar se encargó del
taller de hojalatería de la familia, mientras Ferdinand se fue a estudiar a Viena.
Salió definitivamente de Maffersdorf el 18 de abril de 1894,
con una carta de recomendación para Bela Egger, el dueño de la Compañía
Eléctrica Unida, ubicada en la calle Fernkorngasse #16. Bela puso a trabajar a
Ferdinand de inmediato, barriendo el taller y engrasando la maquinaria. Pero su
talento era manifiesto, y en cuatro años ya estaba a cargo del taller
experimental, donde consiguió dedicarse por completo a su gran pasión, que era
la electricidad.
Porsche creó un
total de 380 diseños, incluyendo el del Volkswagen
Entre toda esta parafernalia de trabajo y estudios, produjo su
primer diseño industrial. Al final de su carrera, los inventos de Porsche
sumaron más de 380, incluyendo al Volkswagen.
Luego
de haber contribuido para la creación de diversos vehículos, incluidos algunos
modelos impulsados por motores eléctricos, en 1906 recibió una oferta de
trabajo de Austro-Daimler (una filial de Daimler), que le ofrecía el puesto de
Director Técnico. Ferdinand no pudo resistir la tentación y a sus 31 años de edad aceptó el cargo.
Los siguientes años los pasó perfeccionando los diseños
existentes de la firma, hasta que Porsche recibió el llamado para ayudar a su
país. Corría el año de 1911, y Europa había comenzado a armarse para la inminente Primera Guerra
Mundial. Muy pronto, Ferdinand se vio construyendo aviones y
dirigibles equipados con motores potentes y ligeros.
En
1917, recibió un doctorado honorario en ingeniería, de parte de la Universidad
Técnica de Viena. De esta forma, Herr
Doktor Porsche, director ejecutivo de Austro-Daimler, había
logrado el reconocimiento académico, y a partir de entonces, Porsche, orgulloso
de este título, siempre
lo incluyó junto a su nombre.
Hitler mismo dio las especificaciones para el Auto del Pueblo
Para Hitler, el auto que representara al partido nazi también tenía que ser un triunfador en las pistas de carrera, y nadie sabía tanto de este tema como Porsche. Por su parte, el Führer sabía mucho de autos, y personalmente dio algunas especificaciones de cómo quería que fuera el auto del pueblo: un auto familiar de cuatro plazas con motor enfriado por aire y capacidad de 1 litro. Su consumo debería ser de sólo 7 litros de gasolina por cada 100 Km y tenía que alcanzar con facilidad 100 Km/h.
Hitler fue lo suficientemente persuasivo como para convencer a la RDA (Reichsverband der Deutschen Automobilindustrie), para que ayudaran a Porsche y que el estado financiara el nuevo proyecto.
De esta forma, Porsche comenzó a trabajar con unos 233,000 marcos alemanes en la construcción de sus prototipos y pidió que se le diera un año para construirlos, pero los altos jerarcas germanos fueron tajantes: sólo tenía 10 meses. Por otro lado, el precio tentativo de venta de 1,550 marcos fue reducido a sólo 900.
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